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lunes, 26 de enero de 2015

HOJA ESCRITA.

 Ramiro del Cristo Pérez, es un humanista y por tanto “postula una visión antropocéntrica del mundo fundada en la racionalidad y libertad del espíritu humano como fundamento de su autonomía, de su sentido y de su apertura al mundo. Es un humanista social y así concibe sus poesías, sus escritos, su profesión de docente administrativo en el colegio Luis patrón Rosano de Tolú.

Su pluma es irreverente ante los hechos y personajes que horrorizan el paisaje del debe ser con imposturas intelectuales y actitudes vergonzosas.
Por andar en el trasegar de exponer criterios que nos identifican considero dar a conocer uno de sus espinosos artículos. He aquí

“Leí en el periódico capitalino El Espectador del 24 de marzo del 2013, un breve cuento: Los ateos. De la autoría de Juan Sebastián Jiménez, con ilustración de Paola Linares. Si tratara de resumir al máximo éste, dijera que se trata de la historia de un tal Francisco, que se gana un concurso de canto, de cuyo premio fue despojado por ateo; y otorgado seguidamente a otro de los concursantes, a Andrea, quien previamente, bajo la gravedad del juramento dijo ser creyente. Repuesto de semejante golpe y su impacto social, Francisco se va al exterior, donde consigue un puesto de periodista en una importante casa del medio. De súbito es sorprendido por Andrea quien le comunica que va a la ciudad donde él trabaja, por lo que le solicita alojamiento en su casa, en virtud a que está cansada de hoteles y le gustaría compartir con él. Francisco lo hace con gusto, le acondiciona un cuarto y sobre la cabecera de la cama le pone un crucifijo en honor a su fe. Francisco la recibe en el aeropuerto; comparten en un bar de la ciudad y, sólo en la noche se dirigen a casa. Cuando se despiden, y Andrea entra al cuarto que le dispuso su amigo, ella no para de carcajear sorprendida, ante lo cual Francisco la increpa. Ella le responde: “Francisco, yo también soy atea.”

Esto viene a cuento a propósito de la actitud generalizada en ciertos medios sociales de nuestra formación social -muy a pesar de vivir los inicios del III milenio de n. e. -, según la cual, instados por la seguridad que otorga el sentimiento de aceptación de los demás, no son pocos los que simulan sus gustos y opciones de conciencia plegándose a las mayorías para eludir las dificultades de entrar en confrontación, de explicitar sus diferencias o arriesgar un veto social, ser censurados.

Se de amigos y colegas, que creyéndose de avanzada, se ahorran incomodidades imitando conductas dominantes; y eso de la identidad personal en cuanto a principios y opciones filosóficas, se deja reservado al ámbito privado. Un reducto que ha de tenerse por inescrutable. Algo vergonzoso.

Claro!, y ninguna falsedad es buena. Ese es el peor de los fraudes. Quien incurre en él, es prototipo de impostor. Siempre se las juegan con el cálculo presidiendo sus actos. Terminan convencidos que son unos diestros en el “arte” de torear a sus conciudadanos.

Entre sus presupuestos, debe descollar aquello de “ser vivo entre los vivos.” La cédula de ciudadanía de estos ejemplares es: Aparentar, siempre aparentar. Y cuando las circunstancias lo demanden diluirse en la masa y caer en asonada contra quienes discrepen del patrón social dominante. Y si es preciso linchar a alguien, se lincha! Ese es el tributo al dios del foro, de la grey! Tras del cual está el leviatán, el poder establecido.

Estos bichos no por peligrosos, deben ser abordados como a cualquier ciudadano, es decir, en el marco del sistema legal vigente (Estado social de derecho). Nunca emulando con las armas de las que se sirven y a las que sirven. Y a ellos se les debe ofrecer oportunidades para ser re-educados. Empresa nada fácil, pero sí posible.

Como fácil sí es, desde la ignorancia, y el fanatismo, considerar que ser ateo es cosa de diablos. Y no de personas estructuradas de pensamiento.

 y  es que construirse filosofalmente ateo, es forjarse en la contra-corriente. Participar de debates eYxigentes y, leer como sólo lo hacen los dioses!

El azar, la ciencia, en su diversidad, que no cesa de investigar, la reflexión consecuente teniendo referentes de elevada complejidad y, el arte, en el contexto de esta vida, he ahí el escenario por el que trasega quien opta por el ateísmo.

Esa alternativa, no es la que está de primera mano. No es lo fácil. No es lo que se ofrece en el día a día. Toda indica, no obstante los equívocos del ateísmo en política, que esta postura filosófica como el agnosticismo es la que más se asimila al humanismo. Confianza en la propia racionalidad, autonomía personal e independencia, en una relación inter-dependiente. El más libre entre los horizontes. Comprensión del mundo para movernos en el mundo.

Contradiciendo el decir del común, son precisamente quienes se declaran de “mejor madre”, militantes de las ideas y el partido de dios -incluso jerarquías de instituciones-, quienes más incurren en eventos degradantes, abusadores de sus semejantes, idolatras del dinero y la ostentación. Al tiempo que se exhiben excelsos jaculatorios, de día y noche, paralelamente “pecan” (según sus propia dogmática) en materia grave, al parecer sin ruborizarse”.
 Ramiro del Cristo Medina Pérez
   






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